Que difícil luchar contra el destiempo,contra que todo sea perfecto pero que no sea el momento. Lo duro de querer amarte pero estar desencontrados,de buscarte en todos lados y no encontrarte en ninguno.
Hace un par de horas que me vengo peleando con las ganas de escribirte y la impaciencia de esperarte. Porque no quiero necesitarte pero lo hago. Tu humor irresistible y el recuerdo de tus ojos y tus manos recorriendo cada recoveco de mi cuerpo me persiguen sin descanso y me roban la esperanza de creer que tengo control sobre lo que siento.
La montaña rusa que es tener la mano en la palanca y no saber si poner quinta a fondo o marcha atrás,o mejor dicho querer acelerar pero saber que es mejor retroceder. Lo intente,te juro que lo intente, pero no puedo apretar el freo ahora que le agarre el gusto a la velocidad,a la adrenalina de no tener control sobre lo que siento, a cerrar los ojos y recrear la sensación de tu piel tocando la mía, quemándome segundo a segundo,centímetro a centímetro. Acariciarme la boca y que la suavidad de mis dedos refleje tus labios que se amoldan a la perfección con los míos,que se entienden, que saben cuando es momento de un beso tierno y cuando uno profundo,lleno de tanto amor que nuestros labios entrelazados se inviten el uno al otro a bailar el ballet mas hermoso del mundo. Aunque lo peor de todo es que me volví adicta al subir y bajar de mi pecho post risas incontrolables, a las aleteadas de las mariposas y sus cosquillas en la panza cuando me decís algo lindo, a que me hagas sentir especial,que me dejes ser yo sin miedos ni ataduras.
Una vez me dijiste que uno se crea sus propias oportunidades,y por eso te fui a buscar,por eso apuesto por vos. Te olvidaste de decirme que el destino maneja las consecuencias y que pocas veces se pone de nuestro lado.